DOÑA MARY: LA MADRE ‘NUMBER ONE’

Doña Marielos Aymerich Quesada es una madre que respira, vive y siente el béisbol. Cada pelotero que la ve rondando el Escarré o el diamante de La Sabana la saluda con cariño y la llaman ‘Doña Mary, la number one’.

Es tanta su pasión por la pelota y el bate que en los años 80 se inscribió dentro del equipo de San Francisco masculino para que sus muchachos pudieran jugar. Ella quedó registrada como unas de las pocas mujeres que pertenecían a un equipo de béisbol….
“Recuerdo que los chicos subieron a Primera División y a mí me tocó irlos a inscribir, pero resulta que me hacía falta un nombre en el equipo. Ahí en el Escarré uno de los señores de la federación me dijo que debía tener todos los cupos llenos de lo contrario me rechazaban la inscripción. Yo me puse como loca, iba para un lado, para otro y en eso decidí inscribirme y pese a ser mujer me lo permitieron pues no era normal en ese momento ver mujeres en el béisbol”, relató Aymerich.
Se enamoró de este deporte gracias a su hijo Víctor Calvo, quien desde los diez años integró a su amado equipo San Francisco. Estuvo muy cerca de Víctor en su proceso de pelotero y se convirtió en una integrante más sirviendo desde otra trinchera: la dirigencial. Doña Mary cuenta que en esos tiempos de juventud hacían bailes, vendían comida para el equipo y hasta se encargaba de organizar los viajes a los partidos. Siempre recibió colaboración de muchas personas, pero sobre todo de su incondicional amiga Cecilia Michel.

“Tengo miles de anécdotas, pero hay una que no se me olvida. Resulta que íbamos para Upala entonces le dije a los papás de los jugadores que íbamos a quedarnos a dormir allá. Hablé con un señor para que nos tuviera unas cabinas y yo me fui confiada en que teníamos dónde dormir. Dejamos a los jugadores en la escuela y cuando llegamos nunca aparecieron las cabinas… Tuvimos que dormir en el bus. Usted sabe cómo me sentí ese día, nadie me quería hablar”, contó entre risas Doña Mary.

Para nada se pierde los partidos de San Francisco, en otrora los juegos de liga menor, hoy día los de la Máster porque aquellos que en los 80 eran muchachos ya son en este momento personas hechas y derechas.

“A mí me encanta estar tres horas sentada viendo partidos, el béisbol a uno lo envuelve, y he aprendido poco a poco del juego”, sentenció Aymerich.
En el día de la Madre, Aymerich afirmó que traer hijos al mundo es una bendición y le agradeció a Dios por haberle dado dos. “Me siento feliz, realizada, de ver a mis hijos grandes, claro no fue fácil el camino, hay muchos sacrificios, pero que valen la pena”, finalizó.
La conocida “number one” forma parte del cambio de la Federación Costarricense de Béisbol, está dentro de la comisión de Museo e Historia.

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