CHARLTON DONALDSON: EL HOMBRE FELIZ DEL BÉISBOL

¿Por qué es Charlton Donaldson el hombre feliz del béisbol?... Su sonrisa lo delata, sus palabras de apoyo y aliento a sus jugadores lo identifican y su pasión con la que dirige desde el dogout lo define como una persona sin complejos, que gane o pierda no cambia su actitud positiva y no piensa con el hígado. En las buenas y en las malas ahí encontrará a este carismático entrenador de raíz limonense, pero que prácticamente ha vivido el resto de su vida en Desamparados.

“A los 11 años con el terremoto de Limón mi tía Alicia Clark mandó a traer a todos los sobrinos a la capital para que estudiaran, así que tuve que dejar a la familia. Ahora resido en San Lorenzo de Desamparados”, afirmó Donaldson.

Pero no solo es feliz en el diamante, fuera de él también. Adora a su familia y la pone como ejemplo en cada quehacer diario y cumple como los grandes en su trabajo como guía turístico en Marbella Tours. Y claro no puede olvidar a su fiel amigo: “Pipos”, el perro que lo acompaña en casa, lo acompaña a correr y a veces hasta va a entrenar con él al Parque Escarré.

Su dedicación al béisbol lo trae en las venas, ya que desde sus padres hasta sus tíos practicaron deporte y se convirtieron en figuras nacionales en disciplinas como el baloncesto, balonmano y por supuesto el deporte de la pelota chica. También muchos entrenadores lo ayudaron y le aconsejaron en su paso como jugador de béisbol en los equipos de Limón y en su formación como entrenador.

“Tengo mucho referentes, personas de las que he aprendido, muchos valores inculcados por mis familiares deportistas y también por entrenadores que he tenido en béisbol y atletismo, sería ingrato decir nombres porque se me puede escapar alguno, pero ellos saben que he tomado lo mejor de cada uno para mi formación como entrenador y persona”, destacó Donaldson, de 39 años.

SUPERACIÓN

Desde muy chiquillo le enseñaron a trabajar y no se arrepiente porque ha forjado una personalidad. Le agradece a su abuelo Clifford que lo llevaba en vacaciones a la estación del tren a cargar banano para ganarse sus coloncitos o bien cuando le ayudaba en la feria a su abuelita. Para llegar a ser guía turístico también empezó desde abajo.

“Mi abuelo me jalaba a la estación, él fue de los primeros ingenieros negros del Incofer, me enseñó trucos para manejar tren y cómo estacionarlo. Yo jalaba cajas de banano, en ese tiempo me pagaban como diez pesos y cuando tenía varios coloncitos me alcanzaba para comprarme las famosas ‘pitufas’. Aprendí a ganarme las cosas por sí mismo y así fue también como logré ser guía turístico porque empecé lavando y encerando las busetas, el dueño Alex Sibaja me llevaba a los tours y me fui capacitando”, recordó Donaldson.

DIRECTO AL CORAZÓN NO AL HÍGADO

Charlton tiene sus hábitos… Todas las mañanas cuando sale de casa persigna hasta el perro y ora para tener un buen día. Siempre brinda una sonrisa al que lo saluda y al que no pues también le sonríe. Afirma que como entrenador debe dar un buen ejemplo a los muchachos.

“Que la sangre de Cristo nos proteja, así salgo a diario de mi casa y feliz por la vida. Me gusta sonreír porque si pierdo la cabeza el resto también la pierde, no me gusta ser malcriado, me gusta ayudar y pese a que como toda persona tengo mis problemas delicados trato de no llevarlos o reflejarlos ante los chicos o compañeros. En mi vida distribuyo el tiempo para el béisbol, para el turismo, para mi vida privada, para lavar la ropa, bañar al perro hasta para bailar”, sintetizó.

Su frase preferida: ‘resuelva con el corazón, no con el hígado’. En los equipos en que ha estado lo dice una y otra vez a sus muchachos porque de “nada sirve ir a  lanzar bravo, la actitud tiene que ser otra, vayamos perdiendo o ganando debemos mirar hacia adelante y disfrutar del juego”.

Aun cuando no tiene hijos asegura que su papel en el equipo más allá de ser coach es ayudar a que los chicos practiquen deporte y sean profesionales, una enseñanza que dejó muy marcada el mánager Manuel Vargas (qdDg).

“Yo me pongo en los zapatos de ellos como si fuera un hermano, pero eso sí no le paso por encima a los papás. Trato de transmitirles mi energía, soy muy sentimental, emotivo y les inculco lo importante que es jugar y estudiar. Mi preocupación no es perder el juego, mi preocupación es fallarle a sus papás”, apuntó.

Reconoce que en el béisbol tico algunos critican su forma de dirigir, pero no la cambiará.

“Yo no soy de comprar jugadores con comida o con pagarle los pases del bus, yo los motivo con el ejemplo, con las palabras y ante todo humildad y reconocer cuando nos hemos equivocado para levantarnos de nuevo. Creo en mi forma de ser, espero seguir capacitándome y mejorar la parte técnica”, finalizó.

Para Charlton es imposible borrar el deporte, tener una familia deportista, el haber vivido diagonal al Juan Gobán y a 100 metros del “Big Boy” lo marcaron para toda la vida.

 

 

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