Ser firmado por dos organizaciones de Grandes Ligas y un equipo japonés convierte al receptor Harry Fernández Salazar en una biblia del béisbol nacional. Tiene mucho que transmitir a las nuevas generaciones y a sus 35 años de edad no se cansa de agradecerle a este deporte y a Dios por haberlo llevado a dos grandes culturas y aprender de ellas para ser hoy una persona “hecha y derecha”.
Sus condiciones como pelotero eran innatas, desde los 15 ya varios equipos preguntaban por él. En 1998 le metió un hit al “Duque” Hernández en el Parque Antonio Escarré y el scout de ese entonces Bob Engel no dudó en negociar su pase a los Azulejos de Toronto.
“Primero fui a los Azulejos, ahí estuve dos años, luego decidí tomar la oportunidad de jugar en la Liga de Japón con el equipo de Mitsubishi, allá permanecí solo tres meses porque el equipo económicamente ya no quería sostener más extranjeros. A mi regreso logré ser firmado por los Marineros de Seattle por tres años”, afirmó Fernández.
Su padre manejó la negociación con Engel y los Azulejos y una semana después de la firma ya Harry estaba en el avión rumbo al campamento en Dominicana.
“Solo estuve esos dos años porque el scout (Engel) partió, entonces al llegar uno nuevo trae su gente. Me dejaron libre, pero la experiencia vivida en Azulejos fue grandiosa porque aprendí a vivir solo a mis 18 años de edad, a ser minoría, a enfrentar la realidad de que venía de un país poco beisbolero, me forjé como persona y a relacionarme con los demás”, aportó Fernández.
La madurez adquirida con los de Toronto y con los japoneses le permitió a este receptor costarricense llegar con mejor recorrido a los Marineros. “Sí ya tenía 21 años y el paso por este equipo fue muy bonito, me fue bien y logré ayudarle a los más chicos a pasar ese proceso que en algún momento yo también viví. Les enseñé a varios dominicanos a hablar inglés y aporté un poco de lo aprendido en el campo”, recordó Fernández.
Le ofrecieron ser entrenador
Engel, hoy director de operaciones de los Rojos de Cincinnati, lo llevó a ambos equipos, incluso en Seattle le ofrecieron al tico quedarse como entrenador.
“Si no alcancé el sueño de jugar Grandes Ligas fue porque otros tenían más proyección que yo y no por lesión, así de sencillo. Hice bien las cosas, pero al final había más beisbolistas delante de mí y que hoy los veo jugando y mantengo una gran relación con ellos. En Seattle me ofrecieron ser entrenador, pero preferí terminar mi estudios”, aseguró Fernández, quien a la vez agregó que es difícil que se repita una camada de jugadores ticos en organizaciones de Grandes Ligas como la de esa época de los años 90 y 2000.
“El enfoque no debe ser llegar a Grandes Ligas porque realmente es duro. De un 100% de jugadores que practican béisbol sólo el 5% logran firmar y solo un 1% llegan a jugar Grandes Ligas. Apuesto más por lo social y en el caso de nuestro país hay que apostarle a la masificación desde los más chicos con torneos escolares, colegiales y selecciones menores. A mí esta experiencia me marcó, me hizo ser disciplinado, luchador y hoy soy un profesional en mi área como gerente de una sucursal bancaria”.
Harry se mantiene activo con el equipo Jaguares en la Liga de Santo Domingo y confía en llevar a la Selección Nacional a los Juegos Centroamericanos Nicaragua 2017.
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