“Siembra primero y luego recoge”… Esta frase cala hondo en la mentalidad del “Tigre”. Sus 12 hits, 3 jonrones, 13 carreras impulsadas y el average de bateo .444 en la fase regular de la Copa Independencia reflejan que no todo cae del cielo. Hay que trabajar y vencer obstáculos para ver los frutos.
Frank Soto, todo un líder de la ofensiva de Zeta Gas, pero también líder de su vida, ha venido desde abajo para hoy ser ejemplo dentro del equipo. Bateó fuerte contra la calle, el hambre, la soledad, para anotar la carrera de su vida: ser a mediano plazo administrador y contador.
Vivió en la calle
Frank, de origen dominicano, tomó en 2012 la decisión de dejar su país para buscar nuevos rumbos que le permitieran tener un mejor ingreso, pues la situación económica no era la adecuada y el jugar béisbol ya no le alcanzaba para la manutención de su familia. Probó suerte en Nicaragua y no le fue muy bien, así que se vino para Costa Rica.
“Fue duro salir de mi país, pero debía hacerlo por la situación económica que vivía, dejé mi familia, una hija de cuatro años y otra que estaba por nacer y me vine a Costa Rica a enfrentar una nueva cultura, me trajo muchos problemas la forma de expresarme, algunas costumbres, la verdad que me sentía menos, pero uno va sacando fuerza”, afirmó el conocido “Tigre” de 27 años.
No conocía a nadie, no tenía dinero, en algunas ocasiones hasta pasó hambre, no tenía papeles para poder trabajar. Al inicio su casa era la calle.
“Pasé tres meses difíciles prácticamente viviendo en la calle, en algunas ocasiones sin nada que comer, perdía la ropa porque no tenía dónde lavarla, luché para obtener los papeles y gracias a Dios logré la residencia”, aportó.
Hoy es asistente de bodega en la empresa de gas nacional Z (Zeta Gas), misma que patrocina al equipo en la Copa. Soto aspira a más, quiere cerrar con una carrera universitaria.
“Una fuerte lección que me ha dado la vida es que se necesita estudiar y en mi caso he empezado de cero porque en mi país uno no se prepara como muy bien en eso. Estoy llevando en la Universidad la carrera de administración y contabilidad y gracias a Dios vamos para adelante. También tengo agradecer a la empresa en que trabajo porque me abrieron las puertas y por formar parte del equipo”, comentó.
El béisbol su vida
Desde niño traía el chip del béisbol, era inevitable que no fuera su deporte preferido. Tampoco nació en cuna de oro, así que su familia siempre fue luchadora y aprendió de ella.
“En mi niñez no lo tuve todo, pero sí la felicidad de mi papá y mi mamá. Recuerdo que mi padre fue maestro constructor y mi madre ama de llaves, siempre me iba con mi hermano a las casas que mi mamá atendía. No podía ensuciar la camisa de la escuela porque esa misma camisa la tenía que usar mi hermano para ir él en la tarde a estudiar. Otra anécdota muy linda es que cuando mis papás me llevaban a jugar a béisbol me decían que lo mío no era pegar sencillos sino dobles, tripes y jonrones”, recordó.
A los 5 años ya jugaba en el patio de su casa con el bate y la pelota, luego a los 8 pasó a la Liga Guadalupe González de Boca Chica, de los 13 a los 19 a la academia Valentín Morenó y posteriormente jugó en la liga de su país.
Cuando llegó a Costa Rica no sabía que se practicaba béisbol y sin saberlo llegó a conocer el Escarré, la casa del deporte de la pelota chica de nuestro país.
“Recuerdo que mientras caminaba por San José me encontré la cancha del Escarré, pensé que era una cancha de fútbol, por nada del mundo creí que en Costa Rica se practicaba béisbol, me topé a Avilio Miranda que muy gentilmente me abrió sus puertas, me dio implementos, fue el primero que me vio jugando béisbol. Luego apareció don Roberto Muñoz, quien me ayudó mucho cuando yo andaba en la calle, la familia de Mauricio Alpízar y Gabriela Umaña, ellos me dieron la oportunidad de ganarme el cariño de la gente en Santo Domingo y también le agradezco a don Noel Bustillos y su familia porque me brindaron su amistad, creyeron en mí y me abrieron las puertas para un mejor futuro. Ahí empecé a ver la luz de nuevo en mi vida”.
Parte de su conocimiento como pelotero lo transmite a los más chicos como entrenador y les inculca los valores del estudio, la humildad y perseverancia.
“Me gusta trabajar con niños, por ejemplo en Santo Domingo hay gran cantidad de muchachos practicando y me gusta dar el ejemplo”.
Su fuerte es el bateo y espera dar el máximo rendimiento en la final de Copa que arranca este domingo en el Escarré.
“Se viene una gran final, dos equipos que tienen su rivalidad, pero esperamos sacar la serie. Me he estado preparando con buenos ejercicios para batear fuerte, el equipo lo necesita”, apuntó.
Pese a que desea con todo ganar el título de Copa, el “Tigre” aseguró que la mitad de su corazón está triste porque “recientemente me informaron que mi madre tiene cáncer de mama grado dos que me tiene preocupado, espero en Dios pueda recuperarse”.
El “Tigre” no vive solo, encontró el amor con una costarricense y aspira a futuro naturalizarse.
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