El béisbol costarricense sufre la partida de un hombre que le encantaba pasar mucho tiempo en el diamante de San Cayetano jugando y enseñando béisbol, una persona de una gran sonrisa que traía consigo mucho conocimiento y hoy muchos de los que han tocado un bate y una pelota le están eternamente agradecidos por sus lecciones dentro y fuera del campo como pelotero, entrenador y farmacéutico.
Según reza una publicación del periódico La Nación del año 2003 “Libby jugó para el juvenil San Luis y la novena El Esfuerzo en la Segunda División, entre 1953 y 1954. En la máxima categoría fue primera base y tercer bateador de las novenas UCR, Chapatte, Hopec, Kent y Marlboro, hasta su retiro en 1976. Fue tricampeón nacional con Hopec y defendió los colores nacionales como manager, coach y jugador, entre 1958 y 1971. En 1956 fue campeón bateador y primera base. Laboró como comisionado nacional de beisbol infantil y practicó atletismo, físico culturismo y judo”.
Una de las personas que más recuerda a Libby es el ex pelotero Orlando González, quien reconoce que aprendió mucho del deporte de la pelota chica gracias a la buena pedagogía y metodología de don Wilfredo (qdDG).
“Fue un entrenador insigne para muchos, él siempre llegaba al estadio Escarré, ahí nos esperaba para que apenas terminaran las clases nos fuéramos a entrenar, siempre nos recibía con esa sonrisa llena de conocimiento, muchos le estamos agradecidos por ese carisma no solo para el béisbol sino como ser humano. Fue un formador, coach de Selección y también gran primera base”, dijo González.
La familia del béisbol le está agradecida a Libby por cada momento de su vida entregada al diamante.
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