Lo que ha logrado Andrés Marín en el diamante también tiene todo un respaldo de su familia, sobre todo de su padre Gerardo Marín y su madre Tania Ramírez, quienes no se pierden prácticamente un juego de Andrés ya sea en el campo de Santo Domingo, el Escarré o La Sabana. Para nada lo abandonan, por el contrario, sueñan con verlo profesional en el terreno de juego y fuera de él.
“Uno lo que aspira es verlo que juegue profesionalmente en algún lado y que tenga estudio, un buen futuro, una beca que logre equilibrar su pasión por el béisbol y una carrera académica. Él lucha por eso y nosotros confiamos en que pueda lograrlo”, indicó Gerardo Marín, quien no esconde que hoy día ver los juegos de su hijo le generan en algunas ocasiones un poco de tensión.
“Es que antes uno iba y él jugaba de una manera recreativa, así lo veíamos de chiquillo, pero conforme crece el asunto cambia, es una competencia, ya uno lo ve grandote y lo que desea es que las pegue todas, nosotros lo que hacemos es que lo vemos sentados, calladitos, sin decirle nada, pero sí se pone uno más tenso”, acotó.
Doña Tania trae en las venas el béisbol, su padre fue uno de los pioneros del béisbol de Santo Domingo y sus tres hermanos destacaron en el diamante. Era inevitable que otro deporte llamara la atención de Andrés.
“Es que él creció viendo béisbol, incluso a los cuatro años yo vi que bateaba y bateaba y lo llevamos a Santo Domingo con el entrenador ‘Ayita’. Lo hemos visto crecer y nos alegra tanto que vaya cumpliendo sus metas”, dijo Ramírez.
La madre de Andrés aportó que el reconocimiento al mejor atleta Sub 18 no es obra de la casualidad sino que se debe a la disciplina de su hijo.
“Él es un jugador disciplinado, ordenado, puntual, que ha ido fortaleciéndose en todo los ámbitos y acá está parte de ese fruto”, cerró.
Una lluvia de emociones es lo que vive la familia Marín cuando en la cancha gritan el ‘play ball’.
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