“El doctor llegó y me dijo: su hijo a los tres días se muere”… Esa noticia que recibió el entrenador Erlin Zapata hace seis años aún permanece fresca en su mente, pero no para llorar o buscar responsables sino para darle honra y gloria a Dios. Su hijo Steven no falleció y hoy es uno de los pequeños peloteros que se forman en la Academia La Sabana sábado a sábado.
Steven Zapata nació con una gastroquisis, un defecto en la pared abdominal, que en términos llanos y sencillos quiere decir que su intestino y parte del hígado le nacieron afuera del cuerpo. Fue impactante para Erlin y su esposa observar estos órganos de su retoño en una bolsa y a la espera de un milagro de vida.
“Steven nació de cinco meses y tres semanas y lo que en un principio parecía una hernia se complicó porque no le cerró el abdomen y todo le nació por fuera, el doctor me decía que no sobrevivía y que preparara a mi esposa, la verdad un momento durísimo, pero gracias a Dios el niño acá está con nosotros practicando su deporte preferido el béisbol”, relató Zapata.
El pequeño pasó casi dos meses en el Hospital de Niños en medio de las lágrimas de sus padres, tubos y un respirador. Zapata comentó que Steven quería vivir y con la ayuda de Dios salió adelante. Poco a poco sus intestinos fueron bajando de la bolsa hacia el cuerpito ya que no podían metérselos a la fuerza.
“Yo le agarraba el dedito y le decía ‘zurdo vamos, tu puedes, vas a ver que cuando salgas de aquí y crezcas jugarás béisbol’. Y él me presionaba como diciendo sí papá. Fueron momentos que me marcaron y hoy acá lo tengo como si nada jugando béisbol”.
Zapata indicó que su hijo salió zurdo por sus hermanos y el pan de cada día en la casa es béisbol porque el niño adora los bates, las manillas y las pelotas.
“Lo llevé una vez al taekwondo y me dijo no, lo mío es el béisbol papi. Desde los tres años está practicando y es tan fiebre que hasta duerme con una pelota de béisbol”.
Recién cumplió seis añitos de edad y se le ve feliz de la vida en la lomita porque su pasión es ser pitcher. Juega con niños en la Academia La Sabana.
“Yo a los padres siempre les digo que metan a los muchachos a hacer un deporte, eso les ayuda en la parte física y mental y si es béisbol que busquen academias, acá en La Sabana tenemos las puertas abiertas”, finalizó Zapata.
Pese a no tener desarrollado el ombliguito y con una cicatriz por operaciones Steven lanza, batea y corre con gran entusiasmo y a futuro espera ser un gran jugador.
“Me gusta mucho jugar y tengo muchos amigos”, apuntó el niño.
Una experiencia de vida que nos deja el béisbol… Qué viva el juego.
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