La lomita de Venezuela, República Dominicana y Estados Unidos tienen sello de Sebastián Martínez Pimentel, quien tuvo el privilegio de formar parte como prospecto de los Devil Rays (los Mantarrayas) de Tampa Bay en la época de los años 90-2000. Al igual que los otros ticos que estuvieron al lado del “Duque” Hernández entrenando de sol a sol para ser firmados, Martínez supo aprovechar la oportunidad de los “tryout” entre ticos y cubanos para ser visto por Tampa e iniciar una aventura única por tres países diferentes.
“Astros y Boston estuvieron interesados en mí, pero el momento clave fue ese partido entre ticos y cubanos. Recuerdo que José Oramas me instruyó en todo lo que debía hacer para lograr la firma, desde mi preparación como lanzador como en detalles de trabajo físico y nutrición. Tampa me vio y dos meses después firmamos”, contó Martínez.
Su primera experiencia como profesional en las divisiones menores fue en Venezuela, allá Sebastián pasó buenos y malos momentos que lo ayudaron a crecer como deportista y persona.
“Bajé mucho de peso por el problema de la comida, recuerdo que nos daban unos frijoles con queso y un arroz que la verdad no me gustaba. Es más el primer día me puse a llorar porque dormíamos en camarote y el baño se inundaba y empezaban a salir cucarachas. Ahí mismo en Venezuela hasta me robaron dinero y un par de spikes. En lo deportivo sí me fue muy bien porque llegué a lanzar a 92 millas en menos de ocho meses”, relató Martínez.
Luego pasó al campamento en República Dominicana, la situación no varió mucho, pero Sebastián aprendió a cómo enfrentar las adversidades.
“Uno aprende bastante y a futuro te das cuenta que te sirve para la formación personal. Además hoy día mucha gente reconoce lo que hiciste, me ven en la calle y me dicen orgullosos: ‘usted era el muchacho que fue firmado por un equipo de Grandes Ligas’. Eso quiere decir que uno dejó huella”, aportó.
En Estados Unidos la realidad fue otra y la competencia todavía mayor. Martínez dio su mejor esfuerzo, luchó por escalar y cumplir con su trabajo en el campo de juego. Una lesión en el hombro frustró su posibilidad de renovar con Tampa.
“Me dijeron que tenía que operarme y no quise, era arma de doble filo porque si salía mal de la operación no volvería a lanzar”, aseguró el costarricense.
Martínez indicó que dejó buenas amistades en su paso por Tampa, una de ellas Jean Machí, “a quien lo vi muchas veces por televisión como cerrador de los Gigantes, uno se siente bien de ver cómo algunos compañeros lograron llegar al primer equipo”.
¿Veremos algún otro nacional en una organización de Grandes Ligas? “Es difícil, pero no imposible, pero hay que trabajar más en la liga menor e impulsar el deporte porque ahora los chicos se van por lo más fácil el fútbol”, respondió Sebastián.
A sus 35 años Martínez juega béisbol por hobbie y trabaja en el hotel Marriot.
Sé el primero en comentar en «SEBASTIAN MARTÍNEZ: TROTAMUNDOS DESDE LA LOMITA»