ERIC ZAMORA: LA CURVA MANTARRAYA

Fuerte y con curva… Ese lanzamiento con derecha que le enseñó el ex beisbolista Miguel Masís marcó la vida deportiva de Eric Zamora Cantillano, quien logró en su juventud cumplir el sueño de cualquier pelotero en Costa Rica: ser firmado por una organización de Grandes Ligas. Los consejos de Harry Fernández Sagot, quien pagó hasta un gimnasio para que Zamora se preparara y esperara con fe la gran oportunidad, tuvo su recompensa en enero de 1998 cuando el conocido “Chepe” estampó su firma por tres años con los Devil Rays (los Mantarrayas) de Tampa Bay.

La puerta se abrió de par en par con el arribo a Costa Rica de peloteros cubanos que desertaron de la isla por todo el conflicto político y económico de una sociedad comunista. Figuras como Orlando “El Duque” Hernández, Danny Báez, Julio Villalón y Rolando Arrojo se paseaban por el diamante del Parque Antonio Escarré. El manager Gustavo Oramas hizo el entronque con un scout de Tampa Bay, Rudy Santin y tras el “tryout” (la prueba) Zamora se ganó la confianza de los Mantarrayas.

“La verdad que me sentí como en otro planeta cuando me dijeron que íbamos a firmar, ese día me fui caminando desde el Escarré hasta la parada de bus de Santo Domingo con mi maletín al hombro, fue algo tan especial, maravilloso, que podría escribir un libro con todo lo que inició en ese momento. Luego firmamos un día martes en el hotel Holiday Inn y llamé de un teléfono público a Luis Mario Ramírez que me ayudó en la preparación antes de irme del país”, recordó Zamora.

Ya fichado por Tampa el tico viajó a República Dominicana a enfrentar su primer reto en la Liga Rookie, específicamente en “Dominican Summer League”.

“El primer año llegué como quinto abridor y un muchacho se lesionó la espalda, así que en corto tiempo pasé a cuarto y me fue bien, incluso pensé que me iba a ir directo a Estados Unidos a otra liga, pero prefirieron mandar a dominicanos. En el segundo año empecé a lanzar a 92 millas y me pusieron de cerrador estelar como el puesto que tenía Mariano Rivera en Grandes Ligas ese año. Ganamos la liga y quedé como líder de salvamentos”, apuntó Zamora.

Para el tercer año el nacional estaba listo para dar el salto a Estados Unidos. Regresó al país y su visa se atrasó, por lo que tuvo que entrenar por aparte durante 15 días cuando allá el equipo ya había iniciado entrenamientos.

“Cuando llegué todos los lanzadores estaban más avanzados, aun así me esforcé mucho y comencé bien. Pensé que podía brincarme dos ligas y pasar a clase A, sabía que tenía mucho potencial. Cuando todo estaba para irme a otra liga me lesioné el hombro y pasé fuera toda la temporada. Ese fue el año donde llamaron a Tampa Bay el hospital porque todo el mundo se lesionaba. Recuerdo estar al lado de jugadores como José Canseco, Viny Castilla y Wilson Álvarez también lesionados”, sentenció Zamora, quien regresó al país y jugó con beca en la UIA.

“Universidad aparte”

La lesión en el hombro lo llevó a terminar su sueño de Grandes Ligas, sin embargo, aprendió mucho de su paso como profesional.

“Uno aprende a manejar las emociones, recuerdo que la primera vez que lancé tuve que fingir que me estaba acomodando los spikes porque no podía creer que estaba en un montículo profesional”, relató el lanzador.

Otro aprendizaje fue como superar el problema de la comida y las inclemencias del tiempo en su paso por Dominicana.

“Cuando llovía dormíamos en el techo o en el malecón, la comida sí era malita, desayunábamos dos pedazos de pan con salami y fresco de tan con avena, y en la cena nos daban verduras con salami, la verdad no sé cómo sobreviví. La comunicación solo por fax, gracias a Dios nunca me dio mal de patria”, finalizó Zamora.

Hoy Eric tiene 38 años de edad y se retiró hace dos años como jugador de Primera. Militó en equipos como Santo Domingo, UIA, Limón y fue refuerzo en Nicaragua. Es administrador de empresas con énfasis en mercadeo y trabaja en Moto Repuestos Indianápolis.

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